Sencillo
homenaje al Filósofo de la Geografía |
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Dr.
Milton Almeida dos
Santos (1926-2001) Geógrafo Latinoamericano |
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El
24 de junio de 2001 falleció en São Paulo, Brasil, el geógrafo
doctor Milton de Almeida Santos. Milton Santos, nacido en
Bahía, descendiente de esclavos emancipados antes de la
abolición, fue uno de los más grandes geógrafos de América
Latina. Su contribución al pensamiento geográfico
latinoamericano ha sido excepcional, al afirmarla como
disciplina social con una visión comprometida y con una
gran amplitud de percepción de los grandes problemas de
su sociedad. Por ello fue representante del ala
combatiente de las ciencias sociales latinoamericanas.
Escribió más de 40 libros, fue profesor emérito de la
Universidad de São Paulo y un científico de vanguardia
en una de las más grandes ciudades no sólo de América
sino del mundo. El Portal Geográfico le rinde homenaje y
reconocimiento por su extraordinario aporte al avance
científico de la Geografía.
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¿Dónde
está el espacio?
por Héctor
E. Ramírez
- Profesor en Geografía (Salta,
Argentina)
Si
buscamos el significado de espacio en el diccionario de la Real
Academia, encontramos; "continente de todos los objetos
sensibles que existen"... "distancia entre dos cuerpos o
sucesos", entre otras acepciones. Estas coinciden con
afirmaciones tales como "necesito mas espacio";
"hacer espacio" o "agrandar la casa para tener mas
espacio". También se lo suele usar en otras expresiones
tales como "espacio televisivo"; "espacio
cultural" o "espacio político". ¿Habrá alguna
conexión entre esas definiciones y estos usos tan comunes? ¿Tiene
alguna consecuencia específica la idea que subyace en la palabra
espacio, la de un contenedor y a la vez la de separación entre
dos cosas?.
Al
igual que otros términos, la palabra espacio, se presenta como un
concepto no homogéneo, no unívoco, dotado de una pluralidad de
significados y hasta contradictorios, es usado en varias
disciplinas, desde la astronomía como espacio sidéreo, la física,
la arquitectura y las artes plásticas, siendo en alguna de ellas
una noción central, a tal punto que alguien definió a la
arquitectura como el arte y la ciencia de domesticar el espacio.
Una
ciencia que en los últimos cincuenta años ha venido realizando
grandes esfuerzos por incorporarlo y dotarlo de un corpus teórico
que permita operativizarlo es la geografía y es desde esta
perspectiva que intentaré responder a la pregunta-título de este
artículo.
La
preocupación por el espacio nace con la filosofía misma, al
igual que el tiempo, y no solo en occidente; se atribuye a Lao-Tse
la idea de que "modelando la arcilla del vaso, encontramos la
utilidad de su espacio interno". Para Platón, el espacio es
el receptor, recibe la forma de aquello que entra en él, no es,
sino que es llenado. Para Aristóteles el espacio tiene que ser
pensado con la cosa; movimiento y cosa determinan el espacio, la
viva experiencia griega del espacio se refleja en sus múltiples términos:
kenon, vacío; topos, espacio ocupado por un objeto; diastema, el
espacio que separa dos objetos; khoros, el espacio que
circunscribe un objeto.
Durante
la edad media prevalece la concepción aristotélica gracias a los
trabajos de los teólogos de la época, que conciliaron la física
aristotélica con el pensamiento cristiano.
La
reflexión sobre el espacio es retomada y profundizada desde el
renacimiento, continuando la polémica entre la naturaleza
absoluta o relativa del espacio. Para Descartes el espacio es una
sustancia extensa y por lo tanto medible. Para Newton el espacio
es absoluto, eterno, metafísico. Para Kant espacio y tiempo son
categorías a priori, condiciones de posibilidad de los fenómenos,
aunque no puede ser percibido en sí, sino a través de las cosas,
en cuanto dadas en el espacio.
El
espacio geográfico
De la
evolución de la idea de espacio se desprenden las aproximaciones
que comúnmente se utilizan; la idea que de el tenemos se origina
en la Grecia antigua; el espacio como entidad objetiva, que tiene
que ver con lo extenso, lo vasto y por tanto con la distancia.
De allí
deriva la acepción latina "spatium", lo que esta a un
paso de distancia; la acepción germánica "raum",
apertura (en un bosque) de ahí el adjetivo espacioso, y, aunque
no se hizo explícito hasta hace poco, lo más significativo y
trascendente es que el espacio es resultado de prácticas humanas,
es un producto.
Pero
en sus orígenes como ciencia moderna, la geografía adoptó la
idea de espacio como contedor, la superficie terrestre como
superficie objetiva en la que se sitúan los fenómenos tanto
naturales como sociales; el espacio es un receptáculo y los
objetos son añadidos. De ahí la idea de estudio de la superficie
terrestre como morada del hombre donde la situación de los
lugares es específica y su localización única, exclusiva, esto
apoyado en la concepción kantiana que permite inferir como
cualidad básica del espacio la diferencia; es la base teórica de
la geografía regional (principios siglo XX).
Las
transformaciones de la "Nueva Geografía" (década del
'50) cuestionan de raíz la búsqueda de singularidades
(regionales) y por tanto la idea de espacio que la sustenta. Es
necesario buscar leyes, generalizaciones, regularidades... Esto
supone otro concepto de espacio, ahora geométrico, isomorfo,
neutro, apto para el análisis, la modelizacion; susceptible de
ordenarse racionalmente para las prácticas humanas; aunque el
espacio sigue siendo condición de posibilidad de los hechos, este
es matemático y objetivo. El gran aporte teórico consiste en
haber hecho del espacio el objeto explícito de la geografía.
Espacio
(tiempo) y poder
El
otro frente de cuestionamiento del espacio geométrico-matemático
y la geografía derivada provino de geógrafos que abrevaron en
las fuentes marxistas (década del '60). Para la geografía
radical (denominación original por oposición a geografía
tradicional) el espacio es producto social, se constituye
conjuntamente con el todo social cuya materialidad la podemos
constatar a través de la noción de espacio geográfico. De esta
manera, el espacio no es mero sustrato o escenario de las acciones
humanas, el espacio es un componente de la sociedad humana y
adquiere formas específicas. Al igual que el tiempo, no existen
por sí mismos, sino en tanto podemos dimensionarlos, simultáneamente.
Con estos elementos podemos considerar nuestra sociedad
(capitalista) como una realidad espacio - temporal altamente dinámica
con un conjunto de prácticas y conceptos específicos del tiempo
y del espacio, acordes a la necesidad de acumulación y expansión.
Medir el tiempo y el espacio permite dominarlos y darles la forma
necesaria para el desarrollo capitalista y el ejercicio del poder.
Ese anhelo de dominio del espacio y del tiempo ya estaba inscripto
en el proyecto de la Ilustración y se viabiliza a través de dos
de sus múltiples íconos. Por un lado el cronómetro que, de
disciplinar la liturgia pasó a disciplinar el trabajo con
"las horas iguales". Por otro lado y simultáneamente,
la invención de la perspectiva por arquitectos florentinos como
Filipo, Alberti y Brunelleschi (siglo XV), quienes para solucionar
la construcción de catedrales, sentaron las bases para una
cartografía racional, la cual mostraba una tierra finita y por lo
tanto cognoscible. Esto permitió descentrar la mirada de un
lugar, unificar mundos hasta entonces aislados a partir de un
punto de vista fuera del alcance sensorial.
Con
estos elementos podemos considerar a las innovaciones tales como
ferrocarriles, telégrafos y aviones entre otros, como destinados
a la supresión del espacio y simultáneamente esto solo se puede
lograr construyendo espacios específicos, terminales, puertos,
caminos, aeropuertos.
De
esta manera, el desarrollo histórico de una sociedad implica una
espacialidad específica, un saber geográfico que permite
aniquilar el espacio a través del tiempo, pero esto es sólo
parcial dado que el espacio es tiempo materializado. Las acciones,
las relaciones y la producción tienen siempre una espacialidad
que se torna evidente e implican sistemas de objetos y sistemas de
relaciones simultáneamente.
Estas
nociones sobre el espacio (y en menor medida sobre el tiempo) son
plenamente vigentes en el marco del capitalismo global en curso.
Estamos ante una intensificación de la compresión del espacio,
una aceleración de flujos, un proceso de deslocalización,
relocalizacion y fragmentación de la producción inherente a la
reestructuración capitalista que significa construcción de
nuevos espacios, adecuación de otros; pero también, y en gran
medida, la destrucción y exclusión de otros, concentrando y
haciendo evidentes en y a través del espacio las contradicciones
inherentes a su lógica.
Decíamos
que la explicitación del espacio en la teoría geográfica es
reciente y desde entonces se ha venido perfilando como su concepto
más potente y prometedor. Y el esfuerzo de algunos geógrafos en
este sentido ha sido fundamental. Es el caso de David Harvey,
norteamericano, quien ha teorizado sobre la espacialidad del
capital. También del geógrafo brasileño Milton Santos -
recientemente fallecido -, quien dedicara gran parte de su vida a
esta tarea. Sirvan estas líneas como pequeño homenaje a quien
quizás sea el mayor geógrafo latinoamericano.
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Milton
Santos (1926-2001), un hombre necesario
por
Prof. Miguel PANADERO MOYA - Universidad
de Castilla-La Mancha
En
la última semana del pasado mes de junio la red de internautas se llenó de
mensajes transmitiendo por toda Latinoamérica y Europa la noticia del
fallecimiento de una de las más ilustres personalidades de las ciencias
sociales del siglo XX, el geógrafo brasileño Milton Santos. Como recordaba
en su comunicado la Presidenta de la Asociación de Geógrafos Brasileños,
despedíamos a un intelectual que pensó y luchó por un mundo diferente del
actual, por un mundo mejor, por un tiempo más lento, por una convivencia más
solidaria, por un respeto a las diferencias, por una nueva forma de vivir esta
nuestra historia y nuestra geografía, por una globalización distinta donde
la ciudadanía sea plena y donde el espacio para la emoción sea posible.
La
desaparición de Milton Santos deja un importante vacío en la cultura del
naciente siglo XXI, privada de uno de sus más genuinos valores. Geógrafo lúcido
y brillante, sus opiniones se caracterizaban por la firmeza y la profundidad
de su juicio, cualidades que se distinguen también en sus numerosos escritos.
Las propuestas de Milton Santos constituyen una fuente inagotable de
estimulantes ideas que a nadie dejan en la pasividad.
Nació
en Brotas de Macaúbas, en la brasileña Chapada Diamantina, en el Estado de
Bahía, en 1926. En Salvador cursó sus primeros estudios así como los
universitarios; siguió éstos en la Facultad de Derecho de la Universidad
Federal de Bahía, dándoles término en 1948. Sin embargo, no se desarrollaría
en el campo del derecho la vocación de Milton Santos, sino en el de la enseñanza.
En 1954 ingresó como profesor de la Facultad Católica de Filosofía de
Salvador de Bahía. Allí tendría ocasión de convivir con maestros franceses
de geografía, manteniendo un encuentro seminal del que nació su determinación
de dedicar su atención a esa ciencia.
Desde
ese momento la vida de Milton Santos se ha descrito como una secuencia de
triunfos y contratiempos, de honras y sinsabores. Doctor en Geografía por la
Universidad de Estrasburgo, Francia (1958); Profesor (1960) y catedrático
(1961) de Geografía en la Universidad Federal de Bahía; Presidente de la
Comisión de Planeamiento Económico de ese Estado, en 1962. Lector ávido,
observador infatigable, viajero forzoso, exiliado en Francia, en 1964, durante
esta década y la de los setenta acumuló conocimientos y experiencias en
Europa y África, y en las Américas latina y sajona. Maître des Conférences
Associé de Géographie en la Universidad de Burdeos, Francia (1967); Profesor
de Geografía de la Universidad de Paris, Sorbonne (1968); Research Fellow del
Massachussetts Institute of Tecnology, EE.UU. (1971); Full Visiting Professor,
en la Universidad de Toronto, Canadá (1972); Profesor de la Universidad
Nacional de Ingenieros, en Lima (1973); Profesor de la Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales en la Universidad Central de Venezuela (1974); Profesor
de la Universidad de Dar es Salam, Tanzania (1974); Profesor Invitado de la
Universidad de Campinhas, Sâo Paulo (1975); Profesor de Geografía y
Planificación Urbana en la Columbia University, de New York (1976)... A
finales de los años setenta regresó a Brasil, integrándose en la actividad
académica con plenitud. Primero como Profesor invitado de la Facultad de
Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Sâo Paulo (1978); después,
como Profesor titular visitante de la Universidad Federal de Río de Janeiro
(1979); y finalmente como Catedrático de Geografía Humana en la Universidad
de Sâo Paulo, institución en la que desarrollaría una fecunda labor académica
hasta el final de sus días.
Extensa
producción bibliográfica: originalidad, rigor y viveza
Su
pensamiento sobre la disciplina y sobre los problemas sociales de la segunda
mitad del siglo XX están recogidos en una extensa producción bibliográfica
que sobresale por su originalidad, rigor y viveza. Milton Santos escribió más
de cuarenta libros, varios de ellos con aportaciones teóricas en el campo de
la Geografía Humana y del Urbanismo de gran relevancia. Su bibliografía
incluye además varias decenas de ensayos y otras tantas colaboraciones en
libros colectivos y en la prensa diaria, así como dos centenares de artículos
en revistas especializadas. Su herencia intelectual está compendiada en uno
de sus últimos libros, "A natureza do espaço. Técnica e tempo. Razâo
e emoçâo", de la editora brasileña Hucitec, de 1996, traducido ya al
castellano y publicado recientemente por Ariel.
El
reconocimiento internacional de su magisterio le hizo acreedor de distinciones
académicas en Europa y Latinoamérica, honrado con la investidura de Doctor
Honoris Causa por las universidades de Toulouse, en Francia; Complutense de
Madrid y de Barcelona, en España; Federal de Bahía; Federal de Sergipe;
Federal de Río Grande do Sul, Estadual do Ceará, de Passo Fundo y Estadual
del Sudoeste de Bahía, en Brasil; y de Buenos Aires, en Argentina. Por último,
en 1994, recibió el Premio Vautrin Lud, la más preciada distinción científica
internacional en el campo de su disciplina, la Geografía.
El
libro jubilar "O mundo do cidadâo. Um cidadâo do mundo", con el
que colegas de diversas partes del mundo, profesores, y alumnos de la
Universidad de Sâo Paulo, festejaron su septuagenario, contiene también el
testimonio de la presencia de Milton Santos en España desde mediados de los
ochenta. Por esas fechas Milton Santos acababa de retomar la docencia en la
capital paulista. Sus propuestas de entonces no eran desconocidas por los geógrafos
españoles. En la bibliografía universitaria de nuestro país era ya
profusamente citado y manejado un libro pionero, editado por Oikos-Tau en
Barcelona con el título de Geografía y economía urbanas en los países
subdesarrollados (1973), sin duda uno de los más entrañables para su autor,
así como su contribución sobre "La urbanización dependiente en
Venezuela" incluida en el libro de M. Castells Imperialismo y urbanización
en América Latina publicado en ese mismo año por Gustavo Gili. Otras obras
suyas -L'espace partagé (1975), Por uma geografía nova (1978), Pobreza
urbana (1978), El trabajo del geógrafo en el Tercer Mundo (1978), Espaço e
sociedade (1979), Economía Espacial (1979), Pensando o espaço do homem
(1982), Ensaios sobre a urbanizaçâo latinoamericana (1982)- habían tenido
menos difusión. Conocedor de esta situación, Milton Santos no dudó en
aceptar la primera de las invitaciones que le cursaríamos, a fin de
participar en nuestros incipientes debates sobre los enfoques teóricos y
metodológicos que se aplicaban, en esos momentos, al análisis del proceso de
urbanización de América Latina.
Jornadas
sobre urbanización y subdesarrollo en Iberoamérica
Con
ese objeto convocamos unas "Jornadas sobre urbanización y subdesarrollo
en Iberoamérica", que se celebrarían en el campus albacetense de la
Universidad de Castilla-La Mancha, durante el duro febrero de 1986. En ellas
participaron como ponentes John Cole y Milton Santos; y en los animados
debates que siguieron a sus presentaciones, también varios colegas españoles
que enseguida ganarían su amistad y aprecio.
No
olvido mi primer encuentro, en el aeropuerto de Madrid, con nuestro invitado.
Embutido en su elegante gabán azul marino, se protegía del duro contraste
entre el tórrido verano paulista, que acababa de dejar, y nuestro gélido
invierno. Tuvimos después un amistoso e inevitablemente corto paseo por las
calles del Madrid de los Austria, antes de iniciar la venida a Albacete,
destino final de este viaje.
El
ciclo sirvió para que el Profesor Milton Santos dejara constancia de su lúcido
raciocinio y de las preocupaciones científicas que guiaban su pensamiento en
aquellos momentos. Habló de las características del Nuevo Orden
Internacional, de la "mundialización" de los fenómenos sociales,
de la interconexión creciente entre los hechos que se producen en lugares
distantes del planeta. Entrada la segunda mitad de la década de los ochenta,
advertía que estábamos asistiendo a un conjunto de cambios profundos,
generalizados e inmediatos, extendidos a todas las latitudes y a escala
mundial, cuya primera consecuencia era la de acentuar las relaciones
dependientes. Recordó la creciente importancia de la información, en esas
circunstancias, y la emergencia de una "sociedad informacional" cuya
originalidad estribaba en que confería un nuevo significado a todos los
objetos geográficos y a las distribuciones espaciales.
Para
ilustrar el desempeño de estos fenómenos, seguidamente presentó una
expresiva descripción de algunos procesos característicos de la situación
de las grandes metrópolis, ejemplificados con el caso de Sâo Paulo, la
ciudad que, después de Bahía, tal vez gozó en mayor medida del aprecio de
nuestro invitado. Destacó la distribución por el espacio urbano de las
clases sociales y de los niveles de renta de su población; señaló algunas
consecuencias derivadas del tamaño de las ciudades metropolitanas sobre sus
moradores más pobres, sobre la accesibilidad, sobre su desigual participación
de los servicios urbanos. Hizo observar las relaciones existentes entre tamaño
y especulación, el rápido aumento del valor del suelo en las desfavorecidas
periferias de las ciudades cuando las inversiones de capital mejoran sus
infraestructuras, y la aparición simultánea de un proceso de expulsión de
sus moradores insolventes hacia otros lugares más lejanos, degradados y
desnudos.
Finalmente,
en la última de sus presentaciones habló de la inconsecuencia de las
propuestas de planificación importadas desde el "Norte" por los países
subdesarrollados, y de la conveniencia de recurrir a otros modelos, autóctonos,
para relegar la inútil "modernidad por imposición" de los
primeros. Destacó, con el vibrante y sugestivo tono de su discurso, el papel
del geógrafo en la planificación y cuál debe ser su objetivo prioritario,
invitando a nuestra comunidad científica a mostrar ante el resto de las
disciplinas las modalidades de productividad espacial aplicable a cada país.
Hubo oportunidad de discutir sobre otros temas, sobre los cambios que se sucedían
en el territorio y sobre la necesidad de olvidar los "pre-juicios",
que, como él decía, son los padres de una inercia social a la que hay que
hacer frente con la acción. En ese terreno intelectual y emocional se movía
Milton Santos en esos momentos.
Poco
después, en el otoño de 1990, regresó de nuevo a La Mancha para participar
en dos ciclos. Primero, en la reunión del grupo de trabajo de "Estudios
Regionales" del CEISAL, que organizó el Departamento de Geografía de la
Universidad regional en la histórica ciudad de Almagro, y después en
Albacete, en un ciclo de conferencias, que impartiría acompañado del
regionalista chileno Sergio Boisier. Sus obras de esa etapa daban testimonio
de su espléndida madurez intelectual: Espacio y método (1985), O espaço do
cidadâo (1987), Metamorfoses do espaço habitado (1988), Metrópole
corporativa fragmentada. O caso de Sâo Paulo (1990).
Reflexión
y convivencia en Almagro
En
la reunión de Almagro, a lo largo de unos días de reflexión y convivencia
quedó de manifiesto que el pensamiento de Milton Santos se había enriquecido
aún más y, en los debates del grupo de trabajo, sus opiniones, que surgían
con una clamorosa delicadeza no exenta, en ocasiones, de fina ironía, describían
trazos fulgurantes y esclarecedores. Puso de nuevo en cuestión las
consecuencias de las interrelaciones entre la revolución tecnológica y el
territorio, y el modelo de las nuevas realidades espaciales específicas de
nuestro tiempo. Su marco teórico era perfecto. En la fase actual de la
historia (el período científico-técnico) el espacio geográfico, al que
atribuía un papel privilegiado e identificaba como "medio científico-técnico
informacional", acentuó su condición de lugar de encuentro entre el
pasado y el futuro. Los nuevos signos, que definían este tiempo y, a la vez,
configuraban nuestro espacio, eran la percepción de la simultaneidad de los
acontecimientos a escala global, la unicidad y universalidad de la técnica,
la mundialización de las plusvalías gracias a la difusión planetaria de las
empresas y los bancos internacionales, la ascensión de las metrópolis a
realidades omnipresentes y, finalmente, el encumbramiento de la información
como motor de cambios en la sociedad y en el territorio.
Mostraba
que todos esos signos pertenecen a un mismo sistema de relaciones. La expansión
del sistema bancario acompañó al incremento del trabajo asalariado y a la
creciente exigencia de capital fijo, fenómenos que están presentes en un número
cada vez mayor de territorios en los que el espacio acumula ciencia y técnica
incesantemente. Como el proceso productivo tendía a concentrarse en lugares
cada vez más limitados, el nuevo espacio mundial necesariamente debía
configurarse como un mercado único. El papel de las grandes empresas en esta
reorganización, que al mismo tiempo constituía una desorganización del
orden espacial precedente, había originado una segmentación
"vertical" del territorio.
Los
planteamientos teóricos no apartaban a Milton Santos de las realidades
cotidianas y del compromiso social. La mirada del intelectual a la situación
del entorno regional fue una de las constantes de su obra. Para él, Latinoamérica
tenía suficientes pruebas de la aceptación de modelos externos de
modernización; consecuencia de este comportamiento debían ser consideradas
las distorsiones y contradicciones sociales, territoriales, económicas y políticas
que sufría. Esta visión siempre le acompañó. La población de los países
latinoamericanos se enfrentaba al reto de elevar la importancia de ciertos
valores autóctonos, donde lo social dejase de ser residual, convirtiéndose
en un elemento capaz de subordinar a la tecnología. La geografía no podía
contentarse siendo sólo crítica, escribió; para ser útil y utilizada, la
crítica tenía que ser analítica y no sólo discursiva; la crítica, añadía,
"puede ser hasta destructiva, mientras tenga algo que proponer, explícita
o implícitamente, sin lo cual no contribuiría al avance del
conocimiento".
Todavía
visitó en dos ocasiones más Milton Santos la Universidad castellano-manchega
en la última década del siglo XX. En sus inicios se estaban preparando los
documentos que en 1992 serían debatidos en Río de Janeiro, en la Conferencia
Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Su ideario tuvo una reflexión
adecuada en la primera de estas últimas estancias de Milton Santos en
Castilla-La Mancha, a fin de participar en la edición de 1994 del curso sobre
Medio Ambiente Urbano que convoca cada verano la universidad regional. Sus
proposiciones sobre los componentes sociales del medio ambiente serían
desarrolladas un año después en el artículo "A questâo do meio
ambiente: desafios para a construçâo de uma perspectiva
interdisciplinar", incluido en el volumen de Anales de Geografía de la
Universidad Complutense homenaje al profesor Joaquín Bosque Maurel. La
segunda, al final del invierno conquense, en marzo de 1997, para participar en
el IV Congreso del Grupo de América Latina de la Asociación de Geógrafos
Españoles (AGEAL), ya con signos de la enfermedad que pondría término a sus
días.
En
su postrera visita Milton Santos desarrolló una definición del territorio
como agregado de espacios banales, cuestión que había integrado en su
discurso de aceptación del doctorado Honoris Causa por la Universidad de
Barcelona, algunos meses antes. Las formulaciones expuestas aquí aparecerían
después en sus escritos posteriores, formando el núcleo conceptual del
documento "O papel ativo de la geografía; um manifesto", su último
legado, presentado ante la comunidad de geógrafos en Florianópolis, Brasil,
poco después, durante su XI Encontro Nacional, ya en julio del 2000.
Aproximación
a la comprensión del territorio
En
Castilla-La Mancha, de nuevo, Milton Santos ofreció una aproximación a la
comprensión del territorio, analizando los procesos de cambio que este objeto
geográfico ha sufrido a lo largo de la historia de la Humanidad. El
transcurso de una organización que en sus inicios era el resultado de la
actuación de comunidades aisladas caracterizadas por un alto grado de
solidaridad orgánica, hasta la aparición de los Estados-Nación en los últimos
siglos con sus nuevas formas convenidas; y por último, el momento actual en
el que se ha impuesto la internacionalización absoluta y la globalización.
Un tiempo éste, el nuestro, en el que los actores hegemónicos son las
empresas transnacionales y las instituciones supranacionales, que imponen una
nueva regionalización regida por la violencia del dinero y de la información.
Para
desentrañar el significado del concepto de territorio como objeto de la
geografía proponía desposeerlo de su sentido material y considerarlo como
"cosa usada", retomar la idea de Perroux de "espacio
banal", entenderlo como espacio de todas las instituciones, todas las
empresas, todas las personas, y distanciarse de la visión de los espacios
particulares, o de las empresas, instituciones y personas concretas. En su
redefinición del objeto de la disciplina sugería la reflexión sobre pares
dialécticos; sobre "territorio y mundo", importante por la
existencia de actividades de extrema modernidad; sobre "lugar y
mundo", que incluye la influencia de lo cotidiano sobre las escalas
superiores; y sobre "lugar y territorio", y "territorio y
formación social". Esta aproximación metodológica nos permitiría
comprender nuestra compleja realidad; de un lado, la estructura de los
procesos de división del trabajo a escala mundial, que se deriva de la rígida
verticalidad económica y decisional y es responsable de la esfera del
"trabajo global", frente a las expresiones más plásticas que se
producen en las relaciones horizontales en el territorio animadas por un
"trabajo local"; y del otro, el significado de la existencia de un
territorio de lo cotidiano asociado al periodo científico-técnico-informacional,
en el que actualmente se encuentra inmersa la sociedad mundial.
Sus
dos últimos libros revelan el contenido de las preocupaciones intelectuales
de su autor al filo del cambio de siglo; el penúltimo, "Por uma otra
globalizaçâo. Do pensamento unico à consciência universal" (2000), y
el último, "O Brasil. Territorio e sociedade no inicio do século
XXI" (2001). Ambos, publicados por la editorial brasileña Record, tratan
de presentar "un retrato de las nuevas cantidades y sobre todo de las
cualidades del territorio que... ya usado por la sociedad gana usos actuales,
que se superponen y permiten leer las discontinuidades en la fisonomía de las
regiones. Ciertas regiones son, en un determinado momento histórico, más
utilizadas y, en otros, lo son menos. Por eso cada región no acoge igualmente
las modernizaciones ni sus actores dinámicos, cristalizando usos antiguos y
aguardando nuevas racionalidades".
El
filósofo de la Geografía
Hacía
ya algún tiempo que la salud del profesor Milton Santos, el filósofo de la
Geografía, como gustaba calificarlo algún colega, inspiraba serios cuidados.
Finalmente se agravó su estado en las últimas semanas del pasado mes de
junio, y el día 24 expiró. El sol, en su aparente desplazamiento anual, había
huido hasta el otro trópico, dejando a Sâo Paulo con los "friagem"
de su invierno subtropical, mientras se efectuaba su entierro en el Cementerio
de la Paz, en las primeras horas de la tarde paulista, acompañado por muchos
amigos y colegas. La prensa de la gran ciudad daba testimonio de su desaparición.
La red de internautas cubrió de inmediato el planeta con la noticia del
suceso. La Asociación de Geógrafos Brasileños agradecería más tarde los
mensajes recibidos desde todas partes con una breve glosa. Milton Santos dejó
un trabajo incomparable en el ámbito geográfico y humanístico. Fue un
intelectual comprometido con la sociedad y con los excluidos, un ciudadano que
reunió el conocimiento del mundo de su tiempo para pensar en las necesidades
de su país, en el papel de los intelectuales y en la contribución de la
geografía a la comprensión de nuestro entorno material y social.
Hombre
esperanzado, escribió unos pocos días antes de acabársele la vida y
marchar, que "Por definición, vida intelectual y rechazo a asumir ideas
no combinan... El intelectual verdadero es el hombre que busca,
incansablemente, la verdad, pero no sólo para disfrutarla íntimamente, sino
para decirla, escribirla y sostenerla públicamente", y que por eso mismo
"la actividad intelectual nunca es cómoda".
Advertía
que "observadores de la universidad, en el pasado y en el presente, temen
por su destino actual, ya que son raras las manifestaciones de protesta
procedentes de sus prácticas, dejando, a veces, la impresión de que la
academia puede preferir la situación de meros testigos de la historia, en
lugar de asumir un papel de guía en busca de mejores caminos para la
sociedad"; que "cuando los intelectuales renuncian a ese deber, sean
las que fueran las circunstancias, un manto de tinieblas acaba por cubrir la
vida social, una vez que el debate posible se vuelve, por naturaleza,
falso"; y, finalmente, que "la fuerza auténtica de la universidad
viene del espíritu académico compartido por profesores y alumnos...", y
que "la fuerza exterior de la universidad... está herida de muerte
siempre que la idea y la práctica del espíritu académico se abandonan a
favor de consideraciones pragmáticas."
Estas
líneas suyas forman parte del artículo titulado "O intectual anónimo",
publicado a comienzos del mes de junio en la prensa de la capital paulista
como una aportación al debate sobre la necesaria reforma de la universidad,
resistiéndose al avance inexorable de su enfermedad. Milton Santos era un
hombre necesario. Reproducir sus palabras aquí, como pequeña muestra de su
mensaje, un mensaje universal, ya que trascienden el contexto territorial en
el que las escribió, nos parece un sencillo testimonio del homenaje que
merece.
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Milton
Santos (primero desde la izquierda), Ives Oliveira, Alcides Greca,
e Álvaro Clemente. Casa do Dr. Álvaro Clemente. Rua Direito Da
Piedade (Marechal Bitencourt),16. Salvador - Bahía – Brasil. A
finales de 1948 es invitado por la Ordem dos Advogados do Brasil a
fin de intercambiar ideas sobre la doctrina del Movimiento
Municipalista Interamericano. En estas conferencias se debatían,
entre otras cosas, el proyecto del traslado de la futura Capital
Brasileña. La creación de Brasilia.
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Continuar
y superar a MILTON SANTOS
por Dr. Horacio
Capel - Universidad de Barcelona |
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Quiero
unirme al homenaje que desde Scripta Nova rendimos al
profesor Milton Santos, una de las grandes figuras de la geografía
brasileña y mundial. Los textos que Wagner Ribeiro ha podido
reunir para este homenaje, y las obras que recientemente se han
dedicado a su figura y a sus trabajos, permiten tener una idea
completa de la trayectoria de un geógrafo comprometido con su
tiempo, que ha ido construyendo lenta e incansablemente un cuerpo
teórico de gran importancia para comprender el mundo contemporáneo
y los problemas de los países iberoamericanos, y especialmente
Brasil. El impacto de su obra ha sido inmenso y se ha extendido a
los científicos sociales de diversos países, siendo hoy
reconocido como uno de los maestros de la geografía contemporánea.
A partir de su obra los geógrafos disponen de teorías, ideas y
materiales que pueden servir de punto de partida para nuevas
investigaciones, las cuales deben realizarse prescindiendo de
cualquier actitud de reverencia beata hacia él, revisando y
reformulando una y otra vez sus ideas, tal como él haría si
viviese, para lograr una mejor compresión de la realidad. El
objetivo debe ser seguir su obra, interpretarla, completarla y
superarla.
Mi
contacto con Milton Santos
Mi
primer contacto con la obra de Milton Santos se realizó cuando yo
realizaba mis estudios de geografía en la Universidad de Murcia.
Puede ser de interés aludir a ello como un dato más que
contribuya a mostrar la difusión de la obra del gran geógrafo
brasileño.
Tres
temas me hicieron conocer su obra, y la de otros geógrafos y
pensadores brasileños; en el orden cronológico de su
conocimiento fueron: los problemas de la aridez, el del
subdesarrollo, y el de las redes urbanas.
Cuando
yo empecé a estudiar en la Universidad de Murcia, en octubre de
1958, el tema de la aridez interesaba mucho en esa región de
escasas lluvias. Se estaban realizando en aquel momento estudios
sobre el aumento de dotación de aguas a la región, y en concreto
sobre la viabilidad del trasvase Tajo-Segura, y se había creado
un organismo el SEMZASE (Servicio de Experimentación y Mejora de
las Zonas Áridas del Sureste) que trataba de abordar de forma
integrada los problemas del desarrollo de una región de fuerte
emigración. En ese contexto los estudios del profesor Juan Vilá
Valentí, que llegó a la cátedra de Geografía de Murcia en
1958, delimitaron una región del Sureste con unas claros rasgos
de aridez, a la vez que permitían tener un panorama de conjunto
de los problemas que planteaban las políticas de desarrollo en
medios áridos.
Las
experiencias de las políticas de desarrollo regional que se
intentaban aplicar en el Mezzogiorno italiano y la actuación de
SUDENE a partir de 1955 en el Nordeste de Brasil eran ejemplos que
se esgrimían a comienzos de los sesenta en Murcia, ya que se
trataba de regiones que tenían rasgos que se consideraban
semejantes a esa región española y, de forma más general, a lo
que entonces se consideraba el Sureste. No ha de extrañar que en
ese contexto tuviéramos conocimiento de las experiencias de
SUDENE y, en relación con ello, de la obra de algunos geógrafos
brasileños, entre los cuales Milton Santos que desde mediados de
los años 1950 se dedicaba a estudiar los problemas agrarios de
Bahia y al Reconcavo. Vilá Valentí había asistido al XVIIIº
Congreso Internacional de Geografía celebrado en Rio de Janeiro,
y eso nos permitió tener información de primera mano de los
trabajos que allí se realizaban.
En
todo caso, recuerdo bien que las iniciativas de SUDENE eran
conocidas, y a través de ellas nos pusimos en contacto con las
investigaciones geográficas económicas y sociales sobre Brasil y
el Nordeste de Brasil (por ejemplo, el libro de Josué de Castro
sobre Una zona explosiva, el Nordeste de Brasil, que sería
publicado también en español en 1965, y el de Celso Furtado
sobre La formación económica del Brasil). De hecho también
en España estuvo a punto de ocurrir algo parecido a lo que luego
escribió Milton sobre el Nordeste, donde gracias a SUDENE el
Nordeste de ser una región-programa se había convertido "en
una región para los habitantes" (Santos 1968, cit. en
Capel 1969). También en el Sureste de España el programa de
SEMZASE y de la Confederación Hidrográfica del Segura -así como
la actividad de una caja de ahorros interprovincial con sede en
Alicante (la Caja de Ahorros del Sureste de España)- estuvo a
punto de crear una región del Sureste. Casi treinta años más
tarde, cuando en 1988 tuve ocasión de tratar a Milton Santos más
ampliamente -con ocasión de su visita a Barcelona invitado por Lía
Osorio Machado, que estaba realizando su doctorado en esta
universidad-, y luego durante visitas mías a São Paulo, volví a
hablar con él de esas experiencias de desarrollo y sobre algunos
parecidos que encontrábamos entre el Nordeste de Brasil y Murcia
y esas conversaciones nos hicieron coincidir en muchas cosas; el
Nordeste y el Sureste casi nos hicieron paisanos y, desde luego,
facilitaron mucho nuestra relación personal
A
través de Annales de Géographie, de L'Information Géographique
y de Cahiers d'Outre Mer conocí también algunos trabajos
de Milton Santos, sobre otros dos temas que asimismo me
interesaron cuando yo realizaba los años de la especialidad de
Geografía e Historia en la Universidad de Murcia, entre 1960 y
1963, y durante los dos años siguientes en que, acabada la
licenciatura, fui nombrado profesor ayudante y encargado de curso
en dicha universidad –esencialmente debido al hecho de que el número
de estudiantes empezaba a crecer y se necesitaban nuevos
profesores. Me refiero a los temas del subdesarrollo y el de las
redes urbanas.
Las
redes urbanas, como entonces se denominaba a la jerarquía de las
ciudades, sus áreas de influencia y el papel de ellas en la
organización regional, fue el tema elegido por mí para mi Tesis
Doctoral cuando acabé la licenciatura en Murcia. Además del
libro de Dickinson sobre Ciudad, región y regionalismo(del
que había una edición española de 1961) la bibliografía que
utilicé en un primer momento estuvo constituida esencialmente por
trabajos dirigidos por Pierre George, y en especial los que
realizaba Michel Rochefort, que publicó su Tesis sobre L'organisation
urbaine de l'Alsace (1960), y luego la Tesis de Raymond
Dugrand sobre Villes et Campagnes dans le Bas-Languedoc (1963).
Milton Santos, que había pasado a trabajar sobre cuestiones
urbanas conocía muy bien esa línea de investigación desde sus años
de estancia en Estrasburgo, donde coincidió con Rochefort.
Recuerdo bien que algunos de los artículos que Santos publicó en
revistas francesas sobre el papel de Salvador en la red urbana de
Bahia fueron leídos en aquellos años por mi, aunque soy ahora
incapaz de decir en qué año y en qué orden exactamente.
De
todas formas el problema del subdesarrollo fue el fundamental,
tanto para mi dedicación a la geografía como para el
conocimiento de Milton Santos. He hablado ya de ello en un artículo
sobre el magisterio del profesor Vilá Valentí en aquellos años
en la Universidad de Murcia (Capel 1999). Mi aproximación al tema
tiene que ver esencialmente con un seminario del profesor Vilá
Valentí en el año 1961, cuando yo realizaba la especialidad de
Historia y Geografía. Para ese seminario y las conferencias que
impartió en un Colegio Mayor, Vilá nos pidió a tres estudiantes
de su curso de Geografía (Francisco Calvo, Francisco Lara y yo
mismo) que elaboráramos unos datos estadísticos y documentales.
En lo que a mí respecta recuerdo que preparé unos sobre la
pobreza en España y en otros países, y leí en aquel momento el
libro que Yves Lacoste había publicado en 1960 con el título Les
pays sous-développés así como los de Josué de Castro sobre
La alimentación en los trópicos (de la que existía una
edición mexicana en español de 1946) y Géopolitique de la
faim (ed. francesa 1952), la Geografía del hambre (ed.
francesa de Hachette 1949), El libro negro del hambre
(1957, con traducción en España 1962).
En
el campo de las ciencias sociales el tema del subdesarrollo fue
uno de los realmente innovadores en la década de 1950 y 1960. Un
buen número de libros de economistas, antropólogos y sociólogos
fueron traducidos en aquellos años en España y estaban
disponibles. Recuerdo los de Ragnar Nurske, Gunnar Myrdal, Pierre
Moussa, Paul A. Baran y otros -todos ellos traducidos al
castellano por el Fondo de Cultura Económica o Editorial Aguilar-
que yo leí con pasión y que abordaban un problema intelectual
apasionante y de gran trascendencia social. En lo que se refiere a
la geografía, el tema del subdesarrollo fue introducido en
Estados Unidos por Norton Ginsburg y en Francia por Yves Lacoste
en el libro citado y, sobre todo, en un artículo especialmente
importante publicado en Annales de Géographie (1961) en el
que presentaba de manera general la bibliografía básica
existente sobre el subdesarrollo y que fue una utilísima guía de
lectura para mí y otros estudiantes de mi generación.
Por
aquellos mismos años Milton Santos empezó a interesarse por los
problemas del subdesarrollo. Examinado ahora su bibliografía he
visto que el primer trabajo en que habla explícitamente de
desarrollo económico es de 1960. Hasta ese momento él había
tenido la formación típica de un geógrafo que, influido por la
concepción francesa –dominante en Brasil desde la estancia de
Pierre Mombeig y Pierre Deffontaines, y reafirmada durante su
estancia en Estrasburgo-, y se preparaba para hacer una Tesis
doctoral sobre su región de origen, la cual se convirtió –como
también ocurrió a otros geógrafos de la época- en un estudio más
especializado. Como ya he dicho, había ido publicando trabajos
sobre la estructura agraria de algunos municipios bahianos, sobre
el hábitat rural, el cultivo del cacao, la geografía urbana, el
puerto ferroviario de Nazaré, la población, las características
de la Baixa dos Sapateiros, la industria, los climas del estado de
Bahía, los cambios en el centro de Salvador...; estaba
adquiriendo y practicando, en fin, toda esa amplia formación que
se exigía a un geógrafo de la época que debía prepararse para
realizar una buena Tesis regional, que era la capacitación
esencial que debía mostrar el especialista en esta ciencia.
De
todas maneras, Milton Santos empezó a tener desde mediados de la
década de 1950 una creciente inclinación hacia los temas urbanos
y, especialmente, hacia el estudio de Salvador, que sería el tema
de su Tesis Doctoral, presentada en Estrasburgo en 1958. Su artículo
"Geografia e desenvolvimento económico" publicado en
1960 fue seguido poco después por el que dedicó a
"Quelquesproblèmes des grandes villes dans les
payssous-developpés" (1961). Sin duda buscaba un marco teórico
que le permitiera dar nuevos vuelos al estudio de la ciudad de
Salvador. Esa evolución explica que su primera obra de
importancia fuera A cidade nos países subdesenvolvidos
(1965), al que seguirían otras varias aportaciones sobre el mismo
tema, cada vez más amplias. En 1973 por iniciativa de Enric Lluch
fue traducido al castellano su libro Geografía y economía
urbana de los países subdesarrollados, una obra en la que
muestra las amplias lecturas geográficas, económicas y sociológicas
que había ido realizando.
Las
teorías sobre el subdesarrollo y luego sobre el intercambio
desigual y el imperialismo fueron en los años 1960 profundamente
renovadoras en el campo de las ciencias sociales. Permitían
disponer de un marco general que explicaba los problemas del
desarrollo y subdesarrollo, los desequilibros a escala
internacional e incluso en el interior de un mismo Estado. Es
cierto que desde la perspectiva de un país como España y en
cierto número de países iberoamericanos (como Argentina o Chile)
no todos los rasgos del subdesarrollo encajaban. Otros países
eran mucho más subdesarrollados o más pobres. Pero había un
rasgo - el que se refiere a la existencia de una economía dual-
que
se incluía siempre en las caracterizaciones del subdesarrollo y
era especialmente oportuno, ya que hacía aplicable ese marco teórico
también en nuestros países.
Yo
mismo utilicé la expresión región subdesarrollada con
referencia a la región de Murcia cuando realicé mi Tesis de
Licenciatura sobre "La población y los movimientos
migratorios en el municipio de Lorca, Murcia", presentada en
la Universidad de Murcia en 1964, y luego en algún artículo que
aprovechaba los materiales de esa Tesina. El término economía
dual, que fue utilizado también por determinados historiadores,
me parecía entonces apropiado para caracterizar a la economía
española que se fue desarrollando en el siglo XIX, y parecía dar
argumentos para afirmar que España, y mucho más ciertas regiones
como las del sur de España, eran subdesarrolladas.
Con
referencia al estudio de los países, el marco teórico del
subdesarrollo permitía también una interpretación de las
diferencias a escala mundial y de los desequilibrios regionales en
un momento en que el mismo concepto regional estaba en crisis y se
trataba de complementar añadiendo al estudio geográfico de la
región un hilo argumental con la incorporación de una
"dominante" que permitía organizar el estudio (Reynaud
1976). Recuerdo bien que cuando ya en la Universidad de Barcelona
tuve que dar un curso sobre "Geografía de los países
iberoamericanos", utilicé ese marco teórico como hilo
conductor y titulé el curso "Iberoamérica, un continente
subdesarrollado"; se ha referido a ello un alumno de aquel
curso y hoy profesor en la Universidad de Barcelona, Joan Mateu,
en un artículo en el que alude al programa del mismo durante sus
estudios en la licenciatura de Geografía.
El
subdesarrollo proporcionaba en aquel momento un marco general
explicativo de gran eficacia. Facilitaba, además, una denominación
muy expresiva para designar a los países que no estaban
desarrollados, a la que se unieron luego otras, como la de Tercer
Mundo, que muchos países no alineados habían adoptado como suyo
poco después de la conferencia de Bandung para significar que no
formaban parte ni del bloque capitalista occidental ni del bloque
comunista. A todo ello se unieron luego cronológicamente (al
menos en el caso español) las teorías sobre el intercambio
desigual, el imperialismo y la dependencia. Obras como las de A.
Gunder Frank, Samir Amin y otros fueron de gran importancia en la
formación de muchos estudiantes de mi generación. Y entre ellas
las obras de Milton Santos ocupaban también un lugar destacado.
Pero
el subdesarrollo tuvo también a la larga consecuencias negativas,
de las que sólo fui consciente algo más tarde. Simplificaba
situaciones que eran muy diversas y muy complejas: todos los países
de África, de Asia y de América del Sur se unificaban en esas
teorías, fueran cuales fueran sus características específicas.
Lo cual tuvo implicaciones políticas muy negativas, ya que
precisamente por esa unificación que se hacía de los países
subdesarrollados algunos llegaron a pensar que las soluciones políticas
debían ser las mismas en todos ellos; y eso en el contexto de la
guerra fría dio lugar a movimientos revolucionarios que, en el
caso de los países iberoamericanos, contribuyeron a crear un
enfrentamiento radical y una grave fractura social, cuyas
negativas consecuencias todavía se sufren.
La
región y la ciudad de los países subdesarrollados
En
1968 e invitado por el profesor Pierre Deffontaines tuve ocasión
de asistir al coloquio sobre la regionalización del espacio en
Brasil, que se organizó en Burdeos con motivo de la inauguración
del Centro de Estudios de Geografía Tropical. El Coloquio fue
dirigido por los profesores Guy Laserre y Milton Santos y
constituyó un encuentro de gran importancia para la discusión
del concepto de región en los países desarrollados y
subdesarrollados, en un momento en que este concepto estaba siendo
ya claramente impugnado. Regiones históricas, regiones homogéneas,
regiones polarizadas, y regiones operacionales se enfrentaban como
posibilidades de definición y sistematización del estudio
regional. La imposibilidad de definir regiones homogéneas que lo
fueran a la vez desde los puntos de vista físico y humano
representaba una dificultad apreciable que había intentado ser
superada con el concepto de región funcional o polarizada.
Trabajos sobre las redes urbanas, como los que antes he citado,
ofrecían una alternativa muy sugestiva, y podían apoyarse en los
que había realizado Etienne Juillard en Estrasburgo sobre el
tema. Se discutía también la validez de estos conceptos en países
como Brasil, con espacios geográficos tan diferenciados como los
de la Amazonia y el área centro sur polarizada por SãoPaulo. El
tema de las ciudades en la organización de la región era en
aquel momento de gran actualidad y Milton Santos tenía ya una
larga experiencia investigadora sobre ello, por lo que no extraña
el protagonismo que tuvo en el Coloquio de Burdeos.
El
libro Geografía y economía urbana en los países
subdesarrollados fue, sin duda, un hito importante en la
bibliografía sobre el tema. Un científico de un "país
subdesarrollado" abordaba sin complejos un tema de interés
general, apoyado en sus propios trabajos sobre ciudades de esos países
y en una bibliografía general amplia y relevante. Los trabajos
que años más tarde realizó Milton Santos sobre otras metrópolis,
y especialmente sobre São Paulo le permitirían matizar y
profundizar todo lo que entonces decía en aquel libro.
Milton
Santos nunca ha abandonado la idea de que Brasil es un país
subdesarrollado y que las metrópolis de ese país son características
de esa situación de subdesarrollo. Es indudable que eso, y su
decisión de contribuir a cambiar las situaciones injustas, le ha
permitido encontrar vías interesantes de reflexión, de gran
influencia entre los científicos brasileños y de otros países.
De
todas maneras, es posible que la utilización sistemática de ese
marco conceptual, si por un lado permite descubrir rasgos
interesantes, por otro impida ver otros también significativos.
Creo que a partir de cierto momento la insistencia en que las
ciudades brasileñas son ciudades subdesarrolladas impide entender
la realidad de las mismas. Discutiendo una y otra vez en Buenos
Aires, en México o en SãoPaulo con geógrafos de esos países he
tenido muchas veces la impresión de que la aceptación del
concepto de subdesarrollo les lleva a ver sesgadamente su propia
realidad desde esa perspectiva, lo que tal vez les vela la
comprensión de otros rasgos muy importantes. Muchas veces he
pensado que sería más útil la utilización de otros marcos
conceptuales, y en concreto la aproximación a su realidad con los
mismos presupuestos que se utilizan para estudiar las ciudades de
los países llamados desarrollados.
Tengo
la impresión de que muchos rasgos que Milton Santos y otros geógrafos
iberoamericanos consideran típicos de las metrópolis brasileñas,
o del llamado Tercer Mundo en general, se dan también en las de
los países desarrollados. La "modernización incompleta y
selectiva", la "yuxtaposición de trazos de opulencia y
carencias profundas" la segregación o la exclusión social,
y otros muchos rasgos se dan también de una u otra forma en las
grandes ciudades de los países desarrollados. No hay más que
leer las descripciones de Engels sobre las ciudades británicas
del siglo XIX o las que hoy se realizan sobre la situación social
de Atlanta, Nueva York o Chicago para darse cuenta de que la
pobreza, la infravivienda, la exclusión social y la fragmentación
han estado y siguen estando también presentes en ellas. Estoy
firmemente convencido de que la comprensión de la realidad urbana
y no urbana de Brasil sería más profunda si en el estadio actual
se abandonaran los esquemas tradicionales del subdesarrollo y se
adoptaran otros, semejantes a los que se emplean para estudiar las
ciudades de los países desarrollados.
De
la misma manera, estimo que la aplicación de los esquemas
centro-periferia parece insostenible y ha de modificarse. Creo que
una perspectiva diferente, la de considerar a Brasil como un
territorio y una sociedad que va formando progresivamente parte de
la nueva Europa ultramarina desde el siglo XVI y lo es plenamente
desde el siglo XVIII o XIX , permitiría entender mucho mejor
aspectos esenciales de la evolución de este país así como de
otros países iberoamericanos. Es un verdadero contrasentido
aceptar ese carácter europeo y occidental en el caso de Estados
Unidos (que también conoció la esclavitud hasta el siglo XIX) y
negárselo a Brasil y a los países hispanoamericanos.
Una
obra ambiciosa y coherente
Lo
que más impresiona de la obra de Milton Santos es su búsqueda
continuada y sistemática de una teoría coherente de la geografía,
una teoría que trata de utilizar categorías generales pero que
se construye a partir del conocimiento directo de la realidad de
los países llamados subdesarrollados. Muchos conceptos han sido
elaborados por el autor lentamente, en un itinerario intelectual
seguido desde los años 1950 hasta al momento de su muerte, en un
proceso incansable de enriquecimiento continuado y una fértil
integración de numerosas aportaciones intelectuales, tratando
siempre de intervenir en la realidad brasileña con vistas a su
transformación. La convicción que ha dado fuerza a su trabajo
intelectual es la de que la ciencia geográfica puede servir para
transformar Brasil y para transformar el mundo.
Su
gran conocimiento de la realidad brasileña y su paso por
instituciones educativas, académicas y de desarrollo de diversos
países de Europa, América y África, le permitió ser consciente
de la gran cantidad de estereotipos e ideas equivocadas que existían
sobre la realidad iberoamericana. Por eso insistió tanto en la
necesidad de partir de la propia realidad, sobre la necesidad de
construir (o reconstruir) marcos teóricos específicamente
latinoamericanos para estudiar la realidad de esos países, un
aspecto esencial en el que siempre coincidí con él.
Su
trayectoria intelectual fue enriqueciéndose continuamente e
incorporando nuevas ideas de procedencias diversas, integradas en
un todo coherente, con énfasis siempre en el espacio. En los años
1970 y 80 -paralelamente y de forma independiente a lo que hacían
en Estados Unidos David Harvey y otros- Milton Santos realizó un
gran esfuerzo para incorporar a la geografía la concepción
marxista (modo de producción, formación social, etc.) con el fin
de fundamentar una nueva teoría de la geografía. Armado con ello
abordó el estudio del proceso de globalización, y de las
transformaciones del mundo contemporáneo en las dos últimas décadas
del siglo XX y su impacto en Brasil.
Mostró
siempre también un gran interés por las herencias del pasado,
por las permanencias históricas de las formas pasadas y su
influencia en la acción humana. Esas formas pasadas incorporan la
dimensión temporal al espacio y le dan su especificidad y sus
'rugosidades'. Sin duda en ello han influido rasgos básicos de su
formación intelectual inicial, los cuales han persistido durante
toda su vida. Las relecturas que continuamente fue haciendo de
obras clásicas, como la de Max Sorre y otras le han permitido
obtener ideas válidas en su intento de fundamentación de la
geografía.
Al
mismo tiempo, realizó un enorme esfuerzo por conocer lo que se
hacía en otras disciplinas. Sus lecturas en este sentido fueron
muy amplias, y aparecen bien reflejadas en la bibliografía que
utilizó y citó en sus trabajos científicos, en sus conferencias
e incluso en sus artículos periodísticos publicados en Folha
de São Paulo. De todas maneras, no dejó de criticar, cuando
hizo falta, las exageraciones de un cierto sociologismo barato o
de un ecologismo bisoño que utiliza caminos fáciles favorecidos
por la moda" (en 'Relações do territorio globalizado',
incluido en O país distorcido, p. 99). Conociendo su
talante abierto y comprensivo, es posible que haya que cargar
dichas llamadas de atención no sólo al miedo de los excesos que
denunciaba, sino también al temor de que los geógrafos perdieran
sus propias señas de identidad.
La
globalización
Milton
Santos tuvo siempre una visión negativa de ciertos rasgos de la
evolución contemporánea y en especial del proceso de globalización,
al que se refirió en numerosas ocasiones. Tengo la impresión, de
todas maneras, que en los últimos años había ido matizando sus
propias posiciones. Así de unas iniciales en las que la
globalización aparecía como la expresión de todos los males pasó
a otra más suave en la que reconocía aspectos positivos de este
proceso y se concentraba en denunciar ciertas formas de
globalización al tiempo que abogaba por "otra globalización".
No
estoy seguro de que todos sus juicios pesimistas hayan sido
siempre correctos. Por ejemplo, los que se refieren al papel de la
información en esta fase científico-técnica-informacional. No
cabe duda de que tiene razón al insistir en la manipulación y la
violencia de la información que se difunde. Es cierto que en el
momento actual no sabemos con mucha frecuencia si la información
que se nos presenta está manipulada o no. El ejemplo de aquellas
imágenes de la fauna afectada por la Guerra del Golfo y que luego
supimos que correspondían al vertido del Exon Valdes es una
prueba de ello, particularmente impactante y significativa. Y
desde los sucesos del 11 de septiembre la manipulación se ha
convertido en una estrategia sistemática cada vez más
conscientemente utilizada. A ello podríamos añadir otros muchos
datos sobre la manipulación informativa y de las conciencias, de
lo que la propaganda religiosa, tan influyente en el Brasil
antiguo y contemporáneo, facilita muchos ejemplos.
Pero
existe otra dimensión que nos permite complementar lo anterior, y
que es necesario dar también. Nunca ha habido tanta población
absoluta y relativa de personas alfabetizadas, nunca tantas
personas con estudios secundarios y universitarios como hoy. Ni
tampoco nunca ha habido tantas fuentes de información. A lo largo
de los siglos XIX y XX la prensa se diversificó y los lectores
han tenido numerosas opciones para elegir. Luego, la radio supuso
una nueva fuente de información, que llegaba a cualquier rincón
del mundo, y a las sociedades iletradas, permitiendo también
elegir entre numerosas emisoras con un simple movimiento del dial.
A partir de los años 1950 se fue difundiendo la televisión. Es
cierto que al principio cada país tenía sólo un canal, pero a
partir de los años 1970 éstos se han ido diversificando de forma
asombrosa. Hoy en cualquier país existe al menos media docena de
canales de acceso gratuito, a lo que hay que añadir los canales
de pago, que pueden ser de todo el mundo, y los canales locales
que se van multiplicando. Finalmente Internet ha supuesto otro
aumento de la posibilidad de acceso a la información todavía más
revolucionario.
No
puede decirse que no haya información disponible. Todo eso es una
diferencia esencial respecto al pasado y no puede desconocerse y
desvalorarizarse. Podría argumentarse que el exceso de información
también es una estrategia de dominación, pero no estoy de
acuerdo con esa interpretación. En este campo siempre es
preferible el exceso que la falta.
Es
indudable que en numerosos aspectos está justificada la imagen
negativa que a veces se tiene de la industria de los medios de
comunicación y de la industria cultural actual. La dictadura del
consumo, la fusión entre publicidad y diversión industrializada
producida por las grandes empresas, la manipulación de la
información es una realidad bastante evidente. Es desde luego útil
la crítica que autores como Habermas han hecho a las dificultades
de elección racional de los consumidores a partir de la
publicidad, y la denuncia de la alienación que todo ello produce.
Pero
dicho eso, confieso que muchas veces tengo dificultades para
aceptar ciertas visiones negativas de la modernidad que insisten
en la incapacidad de las personas para elegir y discriminar, y que
me cuesta admitir las tesis que presentan a los ciudadanos
actuales como totalmente sometidos a la insidiosa y ubicua acción
del poder disciplinario. Eso es así porque tengo confianza en la
capacidad de los ciudadanos para elegir y discriminar. Creo que la
gente discrimina más de lo que piensan los políticos y los
intelectuales. Incluso los que ven programas basura de la televisión
saben bien lo que ven y eligen verlo por razones diversas
(distracción, curiosidad, necesidad de evasión...).
En
relación con todo ello resulta muy útil una adecuada perspectiva
histórica de lo que ha ocurrido en otras épocas anteriores,
donde la opresión, el disciplinamiento y el peso del poder eran más
inmediatos, opresivos y determinantes, donde la segregación y la
exclusión tenían unos rasgos mucho más decisivos y sin
posibilidad alguna de mejora social, de aumento del bienestar, de
emancipación y libertad individual. La perspectiva histórica
corta, la incorporación de una dimensión temporal que tiene en
cuenta lo que ha sido el mundo no ya desde hace tres o cuatro mil
años o desde la misma fundación histórica del Brasil sino
incluso desde el siglo XIX, permite tener una visión menos
negativa
Es
cierto que los espíritus sensibles y que poseen conciencia ética
se inquietan y desearían acelerar dichos cambios. Pero a veces
hay que evaluar el coste social que eso representa y las
posibilidades de éxito para conseguirlo. En todo caso, la idea de
que el pasado fue mejor, de que el tiempo ha ido decayendo desde
una edad de oro anterior, impiden ver los cambios positivos que se
están produciendo y dificulta disponer del optimismo y la
prudencia necesarios para acometer los cambios que se necesitan.
Criticar
a Milton Santos
La
influencia de Milton Santos ha sido sin duda extraordinariamente
positiva. En numerosas disciplinas sociales, y especialmente en el
mundo iberoamericano su obra ha permitido el desarrollo y
consolidación de una poderosa corriente de geografía crítica. Y
también para otros especialistas su voz ha sido muy influyente,
como muestran las distinciones y los premios que le han otorgado
diversos grupos de científicos sociales, los arquitectos y
algunos movimientos comprometidos con la lucha contra la
injusticia. No hace falta insistir en ello, y en este número se
dan muchos ejemplos. Milton ha tenido la enorme fortuna de ver
también como se le reconocía su esfuerzo por conseguir una
geografía brasileña autónoma de las escuelas de los países
dominantes. En suma ha contribuido de forma destacada a
popularizar la geografía en los ambientes intelectuales y entre
el gran público.
Pero
tan importante como valorar su figura y su obra es huir de una
actitud beata y reverencial hacia ella. A él que tanto le gustaba
la irreverencia y la búsqueda de nuevos caminos, que estaba
dispuesto a discutir con pasión sus puntos de vista, estoy seguro
de que no le gustarían las citas reverenciales y acríticas que a
veces se hacen de su pensamiento, especialmente por intelectuales
de origen marxista que parecen haber sustituido las citas canónicas
de los clásicos del marxismo (los que tocaban en cada momento,
según la fracción y las tendencias) por la cita reverencial del
pensamiento del maestro. Creo que es fácil ponerse de acuerdo en
que es probable que no todo lo que ha escrito una persona que ha
vivido largo tiempo y en circunstancias tan diversas ha de ser
necesariamente bueno.
Tal
como decía al principio, la obra de Milton Santos ha de ser
seguida, interpretada, completada y superada. Seguida porque
tenemos en él un ejemplo de vida y de compromiso intelectual y
social que debe ser imitado; y porque hay en su obra ideas muy
valiosas que nos ayudan a entender los cambios del mundo contemporáneo.
Interpretada, porque en una obra que se ha desarrollado durante
medio siglo es posible que existan contradicciones, incoherencias
y oscuridades. Completada, porque su pensamiento puede ser el
punto de partida para nuevas interpretaciones. Y superada, porque
es una ley esencial de la ciencia el que las teorías cambien y
las obras, incluso de los grandes maestros, sean superadas y den
lugar a nuevos desarrollos.
La
obra de Milton Santos, con sus grandezas y sus carencias, ha de
ser interpretada históricamente. Y es urgente pasar de la
hagiografía a las investigaciones rigurosas sobre su pensamiento
y su evolución, ahora que quedan muchos testigos que lo han
conocido y que pueden facilitar testimonios de primera mano. Se
han de tener en cuenta sus estudios iniciales de derecho, las
razones de su conversión a la geografía, su formación geográfica
en el marco del paradigma regional e historicista dominante en la
geografía francesa cuando él estudió, su conocimiento de los
nuevos caminos que emprendían los geógrafos franceses a finales
de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, cuando se
elaboraban nuevos marcos de estudio regional y se realizaban las
investigaciones sobre redes urbanas y sobre su papel en la
organización regional. Su vinculación a la geografía francesa
le hizo tener las mismas reticencias que otros geógrafos de esa
nacionalidad respecto a la revolución cuantititativa que se
desarrollaba desde los años 1950 en el mundo anglosajón. Hemos
de recordar que en Francia, a pesar del sentimiento creciente de
crisis de la concepción regional, durante toda la década de 1960
-y por tanto cuando Milton Santos permaneció en las universidades
de Toulouse, Burdeos y París después de 1964- la geografía
historicista y antipositivista dominó con gran fuerza y que
solamente después de mayo de 1968 y en relación con la crisis de
la universidad algunos se atrevieron a introducir decididamente
las ideas de la geografía teorética y cuantitativa.
Sin
duda el espectacular desarrollo de la geografía cuantitativa en
un país como Estados Unidos, que había apoyado la Dictadura
militar, y la utilización del utillaje técnico y pretendidamente
objetivo y neutro de estas técnicas por los gobiernos de dicho
periodo hizo a Milton Santos reticente a esa corriente. Luego en
los años 1970 la crítica de la geografía neopositivista por los
geógrafos radicales, y el desarrollo de la geografía crítica le
afirmó en una vía que seguían también otros geógrafos
anglosajones en su cuestionamiento del paradigma anterior
cuantitativo. En esa geografía marxista encontró conceptos válidos
para interpretar la situación de Brasil y otros países del
llamado Tercer Mundo, y no cabe duda de que el resultado de su
esfuerzo ha sido muy rico y fructífero.
Pero
es evidente que su evolución podría haber sido otra en un
contexto diferente. Una obra como la de Milton Santos debe ser
interpretada y situada históricamente. Estuvo sometido a muchas
influencias, y su historia personal explica ciertas reticencias y
ciertas actitudes. A partir de ahí se entiende, por ejemplo, su
posición contra la geografía cuantitativa en el contexto del
debate antipositivista de los años 1970, sus denuncias contra las
pretensiones de neutralidad de los cuantitativos.
Pero
no hay que olvidar que no todos los cuantitativos eran
reaccionarios, y que algunos señalaron –como hizo Morril en las
páginas iniciales de Antipode- que los métodos
cuantitativos se convierten en radicales cuando se aplican a
problemas radicales. No es seguro que en ese sentido la influencia
de Milton Santos en la geografía brasileña haya sido totalmente
positiva, aunque resulte explicable. El rechazo de todo lo que
suponga cuantificación o aproximaciones teoréticas en la actual
geografía brasileña, tal como he podido ver, por ejemplo en el
XIII Encontro de Geografía de la AGB, celebrado en Joâo Pessoa,
y la reducción del aparato matemático simplemente a los aspectos
técnicos del uso de SIG, creo que es algo claramente negativo.
Una buena formación teorética y cuantitativa sería de gran
utilidad a los estudiantes de geografía para abordar los
problemas a que han de enfrentarse profesionalmente.
Es
posible que otro aspecto negativo de la influencia de Milton haya
sido su insistencia en la teoría geográfica, que puede dar a los
geógrafos un carácter aislado y solipsista. Sin duda tiene que
ver con su voluntad de prestigiar la geografía brasileña, y es
indudable que ese esfuerzo ha tenido resultados notables. Pero tal
vez los jóvenes deberían tener con Milton Santos la misma
actitud que los hijos tienen con los padres. Lo importante muchas
veces no es lo que éstos dicen, sino lo que hacen. Y es indudable
que Milton siempre tuvo una actitud abierta hacia otras ciencias,
lo que hizo que su trabajo intelectual resultara particularmente
fructífero.
Finalmente,
tampoco estoy de acuerdo con la visión un tanto pesimista sobre
Brasil, que Milton comparte con tantos geógrafos brasileños.
Aunque en este sentido es posible que, si se leen bien sus textos,
es posible que el maestro tenga una visión menos pesimista que
muchos de sus lectores e intérpretes. Milton ha mostrado muchas
veces su confianza en las grandes metrópolis, en las
posibilidades de Brasil. En todo caso, la visión un tanto
pesimista que encuentra a veces uno en Brasil creo que tiene que
ver, ante todo, con un talante ético de lucha contra la
injusticia, y en ese sentido es admirable. Pero también tiene que
ver con el hipernacionalismo y la conciencia de ser una
superpotencia incompleta, con la falta de una visión
verdaderamente mundial de los problemas, con la aceptación de
marcos conceptuales como el del subdesarrollo, que impiden ver la
propia realidad.
Siempre
que voy a Brasil me hablan de la pobreza y de los numerosos
problemas que, evidentemente, existen. No me hablan tanto de la
segregación racial, que también existe, como el mismo Milton
comentó muchas veces y señaló en alguno de sus escritos en Folha
deSâo Paulo, o se observa simplemente utilizando los
aeropuertos. Y no se habla casi nunca de la riqueza, del dinamismo
de la vitalidad y la creatividad de ese nuevo Brasil que puede
superar crisis coyunturales como la que está en estos momentos
padeciendo.
Desde
hace veinte años vengo oyendo a muchos amigos brasileños repetir
que las cosas van cada vez peor en su país. Lo que es
manifiestamente falso y tal vez refleja la incapacidad que a veces
tenemos los intelectuales para juzgar correctamente la realidad.
Yo creo que en estos últimos veinte años Brasil ha mejorado de
forma clara, y he sido testigo de esas mejoras. Lo impresionante
es darse cuenta de que existen intelectuales que vienen repitiendo
la misma cantinela desde los años 1930, aunque algunos de ellos más
tarde se den cuenta de su error y hayan reconocido que se
equivocaron, como hizo Rangel en una entrevista memorable que le
hicieron en la revista Geo Sul hace ya unos años.
Lo
que yo creo que ocurre es que entre las clases medias y altas, a
las que pertenecen en general los profesores universitarios, son
cada vez mayores las aspiraciones y las expectativas de mejora, y
cada vez mayores también las desviaciones entre ellas y las
posibilidades reales de conseguirlas. De ahí nace una frustración
que produce esa visión negativa de la realidad.
Un
verdadero maestro
Sin
duda Milton Santos fue un ciudadano y un científico ejemplar.
Preocupado por los problemas de su tiempo, interviniendo
activamente en la sociedad, en un intento de transformarla. Es eso
esencialmente lo que nos ha de quedar de él.
Como
escribió Jorge Luis Borges, "maestro es quien enseña con el
ejemplo a tratar con las cosas, un estilo genérico de enfrentarse
con el incesante y vario universo". Sin duda Milton fue en
toda su acepción un verdadero maestro y es ese ejemplo el que
hemos de seguir. Sus teorías, sus libros, sus conceptos y sus
datos servirán mientras sirvan, mientras podamos utilizarlos para
entender mejor la realidad. Cuando eso no ocurra deberán ser
superados, y esa es la tarea que tienen los jóvenes geógrafos y
científicos sociales brasileños. Estoy convencido de que el
mejor homenaje que debemos hacer a la obra de Milton Santos es
partir de ella, leerla desde posiciones no dogmáticas,
cuestionarla y superarla. Sólo de esa manera su trabajo será
fructífero y tendrá incidencia en el futuro de Brasil.
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Gracias a
los citados autores por su magnífico aporte |
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